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La viajera

Desesperación ,vacío

El dolor de la ausencia

Te conocí en un otoño cualquiera,

donde las hojas caídas delataban cada paso que dabas tras de mí.

Un otoño de flores marchitas...

de ojos desiertos de amores...

de noches negras sobre mi cuerpo y mi alma...

Solitaria entre los rincones de la vida desaparecí.

Y así dejé de sentir el frío de muchos inviernos sobre mi piel.

Y una tarde cuando ya todo creí acabado,

falta de esperanza,

falta de palabras en mis oídos,

sin una caricia mordaz sobre mi cuello,

si una lujuriosa mirada...

me rendí.

Cuando me quedé sin pasos que dar...

ni camino que reocorrer...

fueron tus pasos los que me trajeron todas las hojas caídas,

convirtiéndolas en amapolas para mí.

Los ocres dejaron paso al color rojo

pintando mis labios de pasión y fuego.

Tus manos le devolvieron todo el esplendor a mi cuerpo.

Tu mirada llenó de arcoiris mis ojos que antes yacían grises,

y sobre mis pechos y mi vientre,

dibujaste un mar de colores con olor a otoño..

Nada me faltó desde entonces.

Llenabas cada trozo de mí, como el árbol llena sus ramas de hojas en primavera.

Todo fue un fluir de paisajes bellos y maduros,

de brisas suaves que se convirtieorn en huracanes de deseos.

Nuestros cuerpos jugaron entre la hojarasca húmeda del monte.

Entre los sueños que creímos prohibidos por temores infundados faltos de toda lógica.

Nuestras lágrimas asomaron cuando sin quererlo nos enamoramos,

y volvimos a sentir todo aquéllo que parecía muerto.

Era otoño, y sin embargo el aire olía a azahar.

Pero llegó el invierno con sus fríos gélidos,

sus nieves entorpeciendo cada paso,

su color blanquecino ausente de toda vida,

y todo se acabó de repente.

Fue como un disparo bajo el cielo gris,

como una tormenta llena de rabia,

como un dolor en el mismo centro del pecho que te deja sin respiración.

Te fuiste rápido, sin quererlo, pero con una sonrisa en tus hermosos labios.

Me dejaste sola entre las hojas muertas llena de lágrimas.

Te odié por no haber luchado,

por haberte dejado vencer,

por quererme y no aferrarte a la vida.

Desde tu partida odio el otoño.

Paseo como hoja seca vapuleada por el viento,

dejándome arrastar hasta más allá de la maleza,

hasta caer al infinito,

ausente de toda sonrisa...

Casi he dejado de sentir .

Sólo un intenso dolor me acompaña en cada momento.

Es el dolor de tu eterna ausencia

que me devora por dentro sin que nadie se de cuenta.

Y ahora ya no puedo pensar que existe una primavera en otoño,

porque tú te la llevaste el día que alzaste tu último vuelo.

Han vuelto las noches negras...

las soledades...

y un desasosiego que me hace ir hacia ti más deprisa de lo que quisiera.

Angela

Angela Hoy sería otra larga noche de insomnio para Angela.
Llevaba ya varios años sin poder pegar ojo.
Su única compañía una botella de güisqui y un paquete de tabaco.
Sorbo a sorbo y calada tras calada,Angela veía como su vida se iba acabando al igual que las botellas que bebía cada noche.
Pero esa noche todo se acabaría,tendria fuerzas para acabar con esa pesadilla.

Ella que habia sido una mujer tan bella, tan fuerte... Ningún hombre se había resistido nunca a sus encantos y ahora ni ella misma se reconocía.
Todo empezó cuando conció a Luis.
Llego una noche al hotel donde ella se alojaba,y esa misma noche sucumbieron a la locura de la pasion y del deseo.
Nada más mirarse en el vestíbulo,sufrieron un escalofrío que les hizo estremecer.
Nunca nadie había visto tanto amor y tanta ternura.
Cuando estaban juntos no existía nadie más.
A los dos meses Angela acabo casándose con Luis y tuvieron un precioso hijo.
Pero el destino quiso acabar con todo en una fatidica noche en la que, Angela,Luis y su precioso hijo volvían de una cena en casa de unos amigos.
Llovía y la niebla empezaba a levantarse.
Angela estaba dispuesta a parar despues de la curva,pero no le dio tiempo. Antes de hacerlo el coche se salió dando varias vueltas quedando empotrado en la cuneta.
El primer pensamiento que tuvo Angela fue para su hijo.
Comenzó a llamarlo desesperadamente pero no hubo respuesta. La única voz que oyó fue la de Luis.
Desde aquella noche Angela se encerró en su casa.
Luis intentaba ayudarla pero todo fue en vano y acabó marchándose.
La miró por última vez .Ella estaba sentada en el suelo apoyada en el sofá.
Sus miradas se encontraron durante segundos y él con lágrimas en los ojos le extendió su mano.
Angela agachó la cabeza, y él con los puños cerrados por la impotencia... se marchó dándole un beso en la frente.

Ella seguía allí con su mirada perdida en el más allá y su botella en la mano
Sin embargo esa noche no sería una noche más.
Hoy sus manos estaban mas temblorosas que nunca. Su boca bebía sin parar ,su mente no podía pensar con claridad y ... cuando sus pensamientos estaban mas en el mundo de los muertos que de los vivos,Angela acabo con su profundo dolor,con sus noches de insomnio,con sus pesadillas a media mañana.....Angela se fue de puntillas, en paz y sin molestar a nadie.
Disfruta de tu largo sueño te lo mereces Angela.



El grito de la soledad

El grito de la soledad Vivió empañando cristales en las noches , y por las mañanas seguía mirando a través de ellos.
Nada le decían los pasos que ella daba. Ni siquiera, cuando se acercaba tanto que casi la tocaba.
Pero él, impasible,nunca la abrazó con el corazón.

Entre los muros de su estancia soñaba tranquilo, imaginándose un mundo sin injusticias.
Quería arreglarlo todo, pero todo le salía al revés.
Y un día, sencillamente, dejó de luchar.

Ella siempre se paraba frente a su ventana, y así permanecía durante largo tiempo.
Esperba a que él se asomara y la llamara.
Pero cansada de esperar volvía a irse otro día más.
Entonces él salía de detrás de la cortina. Y de nuevo, ante el frío cristal pasaba un dedo por sus labios, para después escribir su nombre.
Sabía que nunca podía amarla como ella hubiera querido. Ya eran demasiados amores maltrechos, los que llevaba a sus espaldas.
Lo que le hacía pensar que algo le ocurría.
El por qué, no pudo enamorarse nunca?.
El por qué ,nunca se entregó por entero?.

Se había acostumbrado tanto a mirar sin oir, sin hablar, sin sentir... Que todo empezó a dejar de tener sentido.
Hastiado de lo que le rodeaba, decidió poner fin a todo en aquélla noche.
Unos simples cortes en las muñecas, y poco a poco iría entrando en un eterno y dulce sueño.
El cansancio se apoderaría de el, y la cabeza dejaría de pensar con claridad.

Pero antes de todo, volvió a mirar su foto. Aquélla que le hizo cuando aún, no se había refugiado en su mundo de tinieblas.
La cogió, la besó, y la volvió a poner en su lugar.
Después escribió una pequeña nota:
"Perdona si alguna vez te hice daño.
Nunca te quise como te merecías".

Apuró el último sorbo de su copa.
Ya no quedaba nada de la botella que había abierto momentos antes.
Puso música, y se sentó en el sillón frente a la ventana.

Las lágrimas incontrolables se hicieron dueñas de su rostro.
Y en ese momento, sintió la soledad en toda su dimensión.
El dolor , la angustia..., empezaron a dejarlo cada vez más hundido. Y seguía con la misma idea en la cabeza.
Desaparecer.
La música se fue apoderando de él.
Y se preparó para acabar con todo de una vez.
Tenía las herramientas perfectas.
Una cuchilla bién afilada. Valor. Rabia. Y dolor,mucho dolor.
Dentro de poco, todo lo que sentía habría pasado.
Toda la soledad que siempre lo acompañó desaparecería.
Al igual que esa opresión continua en la garganta, que día tras día, no lo dejaba respirar ahogándolo por momentos.

Empezó a desnudarse y a rezar.
De pronto, se quedó parado y sonrió.
Recordó, que desde pequeño no había vuelto a rezar. Y pensó, que había perdido el norte por completo.
En ese instante, por su mente, empezaron a aparecer todos los momentos malos por los que había pasado.
Volvió a sonreir preguntándose ,sí no había habido nunca nada bueno en su vida.
Eso era del todo imposible,se contestó a sí mismo.

Se quedó desnudo como cuando lo parieron, y se dejó caer en el sillón. Cansado. Agotado.
Ni siquiera tenía fuerzas para pensar de un modo coherente.
El alcohol , el llanto, el dolor, le habían embotado la mente.
Miró hacia la ventana que seguía cerrada, pero esta vez, no estaba pegado a ella.
Solo veía un trozo de cielo. Pensó que era demasiado pequeño, y que el cielo, era mucho más grande que el que veía a través del cristal
Comenzó a llorar de nuevo.Pero al mismo tiempo que lo hacía, soltó una carcajada.
Le vino al pensamiento, la primera relacion que tuvo con su compañera de instituto.
Se llamaba Laura, y fue un auténtico desastre.
Volvió a reir cuando pensó, en lo que le habían dicho algunas veces.
- Querido amigo, la primera relación nunca se olvida.
Él descubrió con Laura, porqué no se olvidaba.
"El quitarle el sujetador, le llevó más de cinco minutos. Por no decir que temblaba como un flan. Y que por culpa de los nervios, y la normal excitación de un adolescente primerizo... acabó pegándole un mordisco en los labios que, tuvo como consecuencia,el que Laura se pegase una semana con el labio hinchado".
Hasta ahí llegó su primera experiencia.
Sus compañeros creían, que todo había salido genial. Y él nunca reconoció, que no habia pasado nada.
Laura jamás le volvó a mirar a la cara.
La segunda relación tampoco resultó ser perfecta. Pero al menos, llegaron hasta el final.

Después de recordar esos momentos se tapó la cara con las manos.
Cogió la cuchilla. Se levantó para abrir la ventana, esa, que había permanecido cerrada durante tanto tiempo.
El alcohol hizo que sus pasos no fueran firmes ,y acabó pegándose con el marco de la misma, haciéndose una pequeña brecha en la frente.
Se fúe dando tumbos hacia el frigorífico y cogió hielo.
Pensó:
-Al final moriré antes de tiempo y por causas naturales.

Caminó de nuevo hacia la ventana, pero antes cogió la cuchilla que había dejado encima de la mesita.
Apto seguido, se asomó por la ventana y sacó la cabeza todo lo que pudo.
Apretó la mano sin darse cuenta que llevaba la cuchilla en su interior, y se le escapó un pequeño grito.
La sangre empezó a salir de la palma de su mano derecha, pero sólo tenía una pequeña raja.
Se dirigió hacia la cocina y cogió más hielo para la cabeza. Se enjuagó la mano y fue por una venda.
Volvió a pensar:
-No sirvo ni para acabar conmigo.
Con la mano izquierda sujetando el hielo y puesta sobre la frente. Y la mano derecha con una vendas casi caídas, volvió a encaminarse hacia la ventana.
No sin antes pasar por la cocina para recoger de nuevo la cuchilla,que esta vez había dejado sobre la encimera.

Una vez en la ventana, abrío los brazos mirando al cielo.
Y volvieron las lágrimas.
Dejó escapar un grito lleno de soledad, de miedo, de vacío, de desepseración...
Hasta él mismo se estremeció cuando lo oyó.
Siguió pensando que el cielo era más grande, que el que veía a tarvés de su ventana. Y que nunca, lo vería en toda su dimensión.
Le dió la espalda a la noche, cogió la cuchilla con su mano izquierda, temblorosa...,dudosa..., se dirgió hacia su muñeca derecha, pero cuando estaba a punto de rozar la piel para cortarla...oyó como alguién lo llamaba.
Sintió una extraña sensación.
Hacía tanto que no oía su nombre..., que no escuchaba otra voz que no fuera la suya propia...,que sintió una punzada por dentro.
La cuchilla cayó al suelo, y se giró hacia la calle.
Y allí..., estba ella...Sonriéndole

La mujer del acantilado.

La mujer del acantilado. Ya ha llegado el invierno y hoy lo he vuelto a ver.
Caminaba por la arena descalzo.
Se sentó frente al mar sobre la pequeña roca, y así pasó largo tiempo mirando la quietud del agua en la lejanía.
Más tarde se levantó, y en la orilla se dejó acariciar por las olas que lo rodeaban.

Yo lo observaba desde lejos.
Nunca me había visto.

Recuerdo la primera vez que lo ví.
Hacia una mañana llena de nubes grises, y el mar era una superficie plateda de grandes olas.
El viento,acorde con el color del día,comenzaba a soplar aunque no demasiado fuerte.
Yo paseaba por el acantilado cuando en la playa ví una figura que, lentamente se acercaba a la orilla.
Era un hombre.
El mar ese día estaba furioso. No quería que nadie lo molestase, y que mejor manera que mostrando su fuerza.
Me quedé mirando sin saber muy bién que hacer.
Pensé que había que estar loco para bañarse con ese oleaje, o por el contrario tener ganas de desaparecer.
Desde arriba ví como se desnudaba y comenzaba a adentrarse.
Las olas al principio se lo impedían,pero el insitía sin darse por vencido.
En más de una ocasión fué revolcado por algunas.
Pero seguro de lo que hacía, volvía a intentarlo una y otra vez.
Hasta que...lo consiguió.
Yo comencé a gritar:
-no, no, espera!!!.
Pero era imposible. A esa distancia jamás me oiría.
Empecé a correr por un pequeño camino que había entre las rocas sin perderlo de vista.
Estaba consiguiendo su objetivo.
Me costaba trabajo seguirlo con la mirada.El mar estaba tan embravecido que era imposible ver su silueta.
Las olas empezaron a convertirse en montañas de agua, y el viento aún las hacía que llegaran más alto.
Cuando ya me quedaba poco por bajar,me paré un segundo y dejé de verlo.
El corazón me dio un vuelco.
Alguién se acababa de suicidar delante de mis narices y no había podido hacer nada.
Entonces...grité con todas mis fuerzas.
Agotada por la bajada y por los gritos volví a mirar, y ví, como aquél hombre salía de entre las enormes olas.
Parecía surgido de la nada, era como una alucinación.
Seguí observando y cuando consiguió salir, se tumbó boca abajo sobre la arena.
Sus manos estaban cruzadas sobre la cabeza.
Sin verle la cara sabía que estaba llorando,que sentía impotencia, rabia.
Se veía tan indefenso,tan solo...que quise correr hacia su lado y consolarlo de alguna manera.
Pero pensé que había momentos en los que era mejor estar solo.

Desde entonces, ninguno de los dos faltábamos un solo día a nuestro "encuentro"diario.
Yo observando desde el acantilado y él, observando el mar desde su roca.
Después se un largo tiempo él se marchaba y yo bajaba a la playa.
Me sentaba en la misma roca que, momentos antes había sido ocupada por aquél hombre, del que me estaba enamorando sin conocerlo.
Sólo concía su figura.
Pero de alguna manera, por lo que había visto en aquélla mañana, era como si lo conociera de toda la vida.

Sólo los dos sabíamos de la locura que quiso cometer.
Sólo él y yo sabáimos de sus ganas de morir
Sólo yo, fuí testigo de sus lágrimas y de sus fuerzas para volver a la vida.

Había llegado la primavera ,y sobre el acantilado crecían lilas y flores del paraíso.
El mar empezaba a teñirse de azul.
La brisa...el olor del agua salda...la naturaleza salvaje...Todo junto, me hacían querer volar hacía la playa.

Hoy iba con la idea de bajar, mientras estuviera sentado frente al mar.
No había dormido en toda la noche pensando, si eso no lo estropearía todo.
Estaba enamorada de un desconocido.Tal vez fuera un loco.
Pero el recuerdo de su cuerpo desnudo sobre la arena, y su desesperación en aquélla trágica mañana, me confirmaban que era un enamorado de la vida.
Que era un gran luchador que seguía teniendo esperanza.
Me vestí para la ocasión.
Me puse un largo vestido blanco salpicado de pequeñas flores amarillas.Un amplio jersey de hilo de color naranja .
Mis sandalias de cuero y un pañuelo blanco en la cabeza.
Llegué al acantilado.
El día era precioso,al menos a mí me lo parecía.
A esa hora mi "enamorado" ya solía estar sentado en la roca.
Nunca había visto de donde venía.
Siempre que yo llegaba estaba ahí.
En alguna ocasión intenté adelantarme a su llegada, pero nunca conseguí mi objetivo.
Me senté y respiré profundo.Abracé mis rodiallas y sonreí sin saber muy bién porqué.
Seguía mirando la roca pero seguía solitaria.

No sé cuánto tiempo me llevaría mirando el mar y la roca,la roca y el mar.

Pero comencé a asustarme.
Quizás se hubiera marchado y no lo volviera a ver.
Quizás se hubiera...Pero no...,eso era mejor no pensarlo.
Como aquélla mañana en la que lo ví por primera vez, comencé a bajar por el sendero a toda prisa.
Y en el mimso lugar que me paré aquélla vez, me volví a parar.
Todo se volvió negro y comencé a llorar.
Tenía un mal presentimiento.
Cuando volvi a mirar, ví una figura inerte flotando en el agua cerca de las rocas.
Las rocas tapaban el cuerpo, por eso desde el acantilado no lo podía ver.
Tal vez eran imaginaciones mías.Tal vez fuera una pesadilla.
Cerré los ojos durante unos segundos y al volverlos a abrir...allí seguía.
Volví a cerrarlos y volví a abrirlos.
Así estuve no sé cuanto tiempo. Pero nada cambiaba.
Corrí hacía la playa como aquél primer día, y ...era él.
Me metí en el agua y lo acerqué a la orilla.
Su cuerpo desnudo.Frío. Paralizado. Sin vida.
Lo dejé sobre la arena y comencé a abrazarlo con fuerza.
Después lo zarandeé una y otra vez llena de rabia.
Pero esta vez había llegado demasiado tarde.
Mientras lloraba no dejaba de repetir:
-estúpido,estúpido.estùpido!!!. por qué lo has hecho?,maldito seas!!!.
Cogí su cabeza entre mis brazos mientras gritaba, mirando hacia el cielo azul.

Mi vestido blanco se volvió negro y mis lágrimas salpicaron el mar esa mañana.
Su ropa estaba sobre la arena.
Las cogí y las besé.
Tenían su olor.
Me tapé la cara con su camisa y después comencé a romperla.
Cogí su pantalón, lo acaricié, y en el blsillo izquierdo había un papel doblado.
Lo saqué y empecé a abrrilo despacio.
Estaba temablando ,casi no podía sostenerlo entre mis manos y lo leí.
-Hubiera podido ser hermoso. Pero cuando el corazón muere nada ni nadie le devuelve la vida.
Abrázame cuando me encuentres mujer del acantilado.

Sigo yendo al acantilado.
Ya es invierno y hoy lo he vuelto a ver.
Caminaba por la arena descalzo.
Se sentó frente al mar, sobre la pequeña roca.
Así se pasó largo tiempo mirando la quietud del agua en la lejanía.
Más tarde se levantó, y en la orilla se dejó acariciar por las olas que le rompían y rodeaban.
Yo lo observaba desde lejos y él, me saludaba desde el horizonte.